Ryuichi Sakamoto y su hilo interminable (por Andrés Oddone)

Ryuichi Sakamoto es un tipo inabarcable. Es tanto lo que ha hecho, que se vuelve bien difícil hablar sobre él… no se por que lado comenzar. La cuestión, en definitiva, es que su obra resulta un gran recorrido por los últimos 35 años de historia de la música. Primero, antes que nada, está el proyecto con el cual alcanzó por primera vez gran reconocimiento, la Yellow Magic Orchestra. Para contarla en corto: La YMO es un grupo fundamental para la historia de la música electrónica con marco pop, de esa que estuvo atada de la mano de Kraftwerk. Pero ojo, por que los dos grupos fueron contemporáneos, los YMO son a oriente lo que los Kraftwerk son a occidente, el comienzo de todo esto que luego resultó en un frenesí bailable que nos tiene moviendo los pies sobre loops robóticos desde ese momento hasta hoy. Hay algunos tracks de YMO que quedaron grabados a fuego en el mundo, como “Behind the Mask” o “Rydeen”. Pero eso, que es tanto, fue solo el comienzo de lo que desarrolló. Con el pasar del tiempo, el experimentar con notas, sonidos y estilos, Sakamoto abrió su espectro hasta lo inimaginable, llegando a ocupar en distintos momentos (35 años es muuuuuuchos tiempo) espacios privilegiados dentro de escenas a las cuales se considera del algún modo opuestas, y en las que es complicado alcázar “visibilidad”, por lo cerrado de sus filas, los altos estándares compositivos que requieren y la multitud de artistas haciendo fuerza desde dentro para alcanzar el mundo. Lo que es evidente, es que los gustos musicales que Sakamoto fue incorporando explotaron en sus propias composiciones, y se hicieron carne en cantidad de discos y colaboraciones con artistas de registro variado, como Caetano Veloso, David Bowie, Cesaria Evora, Fennesz, David Sylvian, Arto Lindsay, Alva Noto y Jaques Morelenbaum, por nombrar solo algunos. Siempre supo estar a la altura de lo actual sin dejar de lado sus propias pulsiones compositivas. Gracias a eso, logró espacios protagónicos en el mundo de la música electrónica con tintes globales, en la bosa mas jazzística (reversioneando canciones de Antonio Carlos Jobim con los Morelenbaum y coloreando con ese estilo cantidad de piezas), en la escena de música clásica contemporánea y en el arte sonoro. Y ni hablar de su participación en el mundo que mezcla la música electrónica con marco pop, el acid jazz y el hip hop. Ese es el espacio que lo hizo fuertemente conocido por el gran público. Pero no queda allí: es considerada fundamental su incursión en el ámbito de las bandas sonoras para cine. Nadie puede negar la belleza de las piezas que dan color sonoro a las escenas de “Merry Christmas Mr.Lawrence”, “El cielo protector”, “Babel” o “El último emperador”, película gracias a la cual Sakamoto en 1987 ganó un Oscar a la mejor música. En los últimos años ha tenido un encuentro fuerte con el arte sonoro como espacio a desarrollar, y sus colaboraciones con Alva Noto, Ensemble Modern y Fennesz tuvieron gran cobertura de la prensa especializada. El espectáculo con Alva Noto y Ensemble Modern fue durante un tiempo (hoy continua ese aura) “el” show codiciado por los circuitos culturales. La verdad es que más allá del desarrollo compositivo / técnico, esos trabajos de Sakamoto tienen una carga emocional contundente, no tan fácil de encontrar en esa escena, tan cargada de lo “mental” como bandera y limitante. Como dije, Ryuichi Sakamoto es difícil de clasificar. Esa cualidad lo hace uno de esos artistas de los cuales siempre estamos a la espera de su próximo disco. Aquí les compartimos un lindo compilado con tracks de él de distintas épocas, con algunas colaboraciones. Ryuichi Sakamoto – Compilado de Cassette! (mediafire link)

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