Bautista Viajando-Las luces mueren bajo el puente (por Matías Gallardo – free DL!)

¿Alguna vez sentiste en el pecho, en la panza, en el espacio indefinido que hay entre los órganos y la piel una sensación rara, como una mezcla entre cosquillas y piel de gallina o una vibración que no tiene punto específico de origen? La mayoría de las veces (como acaba de pasar) no somos capaces de explicarla, de darle un significado o causa a esa emoción. Sabemos que nuestras palabras -imperfectas- no alcanzan para nombrar lo que tenemos adentro y exteriorizarlo en algo reconocible para nosotros y quienes nos rodean. A veces lo único que está a nuestro alcance es poner en funcionamiento el repertorio de términos que nos brinda el lenguaje. Combinamos más de uno de ellos y así logramos un cóctel que se acerca a eso que está adentro de uno. Aún así, siempre nos quedamos cortos, siempre le falta algo a nuestras oraciones, como si en el trayecto que hay entre el cerebro y la boca se perdieran muchos matices.
Acá es donde aparece la música. Se me ocurre pensarla (no es ninguna novedad dirá el lector) como un lenguaje, como una manera de expresar cosas a través de sonidos o de instrumentos distintos a (solamente) la palabra. Un sistema mucho más puro que aquel que usamos para hablar y que tiene que ver con la idea de música que expresó el filosofo alemán Arthur Schopenhauer : “(…) La música es de un orden superior, está más allá de la jerarquía. Expresa directamente la objetivación de la voluntad. Sin mediaciones. Libera y objetiva a la voluntad”.
Creo que por este lado va la primer impresión que me llevé al escuchar, y re escuchar, “Las luces mueren bajo el puente” de Bautista Viajando. Se me hizo presente la idea de creer que estos tipos sabían muy bien lo que estaban haciendo, de que habían sido capaces de meterse bien adentro para luego sacar lo que tenían ahí en forma de canción. Es como sí a través de sus dos guitarras, el bajo, la batería -más la lírica- , hubiesen podido depurar de elementos inservibles a su mensaje. Es como si cada uno de los sonidos conspiraran con el resto para lograr atmósferas emocionales muy claras, haciendo de la frase “los sonidos nos abren nuevos caminos” -que cantan en la canción “Fotogramas”- una realidad. El resultado de esto fue un material compuesto por ocho canciones muy complejas, ocho pequeñas obras maestras.
Perfección podría ser la palabra que atraviesa toda la obra. Desde el punto de vista sonoro es  impecable el trabajo de producción. Es posible percibir cada uno de los instrumentos con claridad, los cuales, juntos, estructuran una textura muy placentera para el oído, como sí al cerebro le agradara exponerse a esas vibraciones.  Se destacan en todas las canciones interesantísimos segmentos instrumentales, donde se puede apreciar el funcionamiento de la banda en su máxima expresión (ejemplo de esto son las canciones “Pantalla de ficción” o “Piedras perfectas”). Sin desmerecer a los demás instrumentos (creo que en este disco cada uno tiene una identidad propia: un bajo que no está para rellenar el espacio que dejan las guitarras sino que es un elemento necesario de esta gran polifonía, y una batería con personalidad y precisión) llama poderosamente la atención el funcionamiento de las dos guitarras. Parecieran tener una suerte de relación simbiótica en donde una no podría ser sin la otra, pero juntas suenan bellísimas. La voz de Juan Alemán completa la idea musical y le aporta ese plus humano a las canciones, hace de puente entre el mundo inmaterial y el nuestro.
Desde otra perspectiva, me gustaría dibujar un asterisco y resaltar un aspecto muy interesante de la banda: el apartado visual. No sólo me refiero a la portada sino de todo el trabajo gráfico que acompaña al proyecto. Me tomé el atrevimiento de investigar al respecto y apareció la figura de una suerte de quinto miembro, que es Matias Alemán, cuyo trabajo completa el concepto “Bautista Viajando”.
Para terminar, no me queda más que invitarlos a escuchar el disco, a que vivan la experiencia por su cuenta para que, por otro lado, el oyente descubra que todo el esfuerzo hecho por el autor de este artículo por hablar del material es insuficiente. “Las luces mueren bajo el puente” te mete adentro de una capsula y te lleva de viaje a ese mundo en donde las palabras de la vida cotidiana no son capaces de llegar. A ese universo que, como los sueños, son imágenes, colores, sonidos pero, sobre todo, sensación pura (por Matias Gallardo)

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