Lowering-Brooklyn (por Andrés Oddone – name your price)

Música especial para dar un largo paseo por el lado oscuro, desojar flores negras, leer cuentos de H. P. Lovecraft, o simplemente dejar fluir esos sentimientos que tanto evitamos.

De un tiempo a esta parte, en casa suenan sin parar distintos discos de esa escena extremadamente amplia que los críticos han llamado doom jazz / dark jazz / funeral jazz, música en general anclada en un ritmo lento, preciso y marcial cual pesa de reloj de pared.
¿Qué es lo que me pulsa tan fuerte de ese estilo? meditándolo, me doy cuenta de que es una pregunta no resuelta: el por qué, el saber cómo es que ese sonido tan particular tomó forma ¿en qué momento esa música brumosa contenida en el maravilloso “Potter’s Field” del Tom Waits de 1977 se fusionó con el tempo pesado como caminar de Elefante de los Swans (en su primera época)? ¿Esos extremos se reconocerán entre sí, o el lugar común tiene mucho de casualidad? Se entiende que hereda lo espeso del jazz compuesto para acompañar funerales ¿Pero como eso se toca con la música de Codeine? Vaya a saber. La cosa es que el toque especial y lugubre de Coltrane ha encontrado todo un mundo nuevo en manos de grupos como Dale Cooper Quartet & The Dictaphones. El jazz ha sabido no solo adecuarse a los tiempos que corren, sino que más allá de todo lo esperado es campo de juego de varios de los proyectos más propositivos e innovadores de hoy.
Dentro de esa foto aparece “Brooklyn”, nuevo disco de Lowering.
Si, la música contenida en este álbum se podría enmarcar dentro del doom jazz, pero este artista Ruso que actualmente vive en New York, ha conseguido buenos puntos que diferencian su obra de otros que transitan el mismo camino.
Los tracks de “Brooklyn” se alejan del estereotipo de “jazz de bar sombrío” que normalmente funciona perfecto como banda sonora de film noir. Simplemente, poniendo play a “Of The Time We Were Happy” uno se da de frente con la imagen de una persona sufriendo en solitario, tocando un piano rhodes como sin ganas, al pasar, solo para dejar salir del cuerpo la derrota, la ya innegable certeza de que el amor de la vida ya pasó, ese tren ya partió. De hecho, los sentimientos contenidos en general en el disco hablan de algo mucho más complicado que de abandono romántico; proponen que veamos algo más triste, profundo e insuperable, quizás ligado a esa nada insondable que uno experimenta frente a la muerte. Eso, sumado a que Lowering también incluye toques de guitarras arrastradas que tal vez llegan desde lo más climático del post rock (presentes en tracks como “Our Last Kisses”), nos hace pensar que el proyecto fusiona también en su ADN inspiración en artistas lejanos al jazz, como por ejemplo de la angustia casi física de Radiohead. Pero esa referencia rockera / viajera no se hace tan fácil de discernir como por ejemplo en piezas de Christian Scott. Es más como si el golpe viniera del otro costado, como si los átomos propuestos por The Birthday Party en “She`s Hit”, chocaran y se fusionaran con lo más oscuro de un Thelonious Monk narcotizado.
Con “Brooklyn”, Lowering nos regala el disco perfecto para musicalizar una tenebrosa sesión espiritista, un velorio, o para torturarnos dulcemente en casa (por Andrés Oddone)

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