Vuela Ñandú Orquesta-Destino Incierto (por Andrés Oddone – name your price)

Gran ensalada muticultural nos entrega este grupo de Buenos Aires, con ímpetu carnavalero, carga compositiva elegante y elevado virtuosismo.

“Baila sobre el fuego y no tengas miedo”. Así dice la letra de “No tengas miedo”, la canción con la cual Vuela Ñandú Orquesta abre “Destino Incierto”, su nuevo álbum. Y así de rebote, apenas uno pone play, este grupo oriundo de Buenos Aires, Argentina, deja claro que la propuesta es para que nos lancemos con todo, porque la música todavía brinda la posibilidad de una experiencia a la cual hay que adentrarse con ojos cerrados, como a un lago de aguas heladas en medio del invierno; así de intenso, pero así de inolvidable.
Definitivamente, los Vuela Ñandú Orquesta son de esos grupos que debe ser bien lindo apreciar en vivo.
El álbum en general hace una apuesta que posee energía distinta, extraña, muy propositiva, haciendo pié fuertemente en los arreglos de cuerdas, vientos y acordeón; con batería, bajo y guitarra generando bases muy firmes. Por algo este proyecto se define a sí mismo como Orquesta; pero tampoco sirve del todo ese rótulo, porque en lo estilístico mojan sus costas con aguas de distintos pozos. Entre las canciones podrán escuchar dejos muy mezclados de ritmos de nuestro continente, canzonetta, rock progresivo, vuelos tangueros, música balcánica, música klezmer, aires desérticos guitarreros a lo película Western, candombre, post rock, momentos acid jazzeros, ska, pop, todo con un nivel compositivo altísimo, que despeina. Es como un disco mutante que toma elementos de mil escenarios, como si fuera creación de una banda que se armó con el ADN de muchas otras, de márgenes bien lejanos, dando en una paleta inmensa de emociones, entre las que podemos encontrar la melancolía sutil de “Raros peces”, la alegría candombera de “Baile Infinito” (“solo pienso en un baile infinito, de los cuerpos el tuyo y el mío, por que amar y bailar es lo mismo, solo cambia el espacio y el ritmo”), la proyección folclórica / pop / post rock de “Peaches en regalia” (como si fuera una colaboración entre Stereolab y el Chango Spasiuk), el desenfreno a lo “Gato negro / Gato Blanco” de “Mil puertos”, la nostalgia europeísta de “Vals para abrazarse en sueños”, al chiste burlón de “Super Mario Bros”.
Así, mientras el disco va recorriendo su trayecto, dentro de uno va tomando forma una certeza: este “Destino Incierto” también se puede asir desde un lugar claro; porque si algo se vuelve una constante en esta obra es el desconcierto que las canciones generan, brindándonos una magia que hoy se ha vuelto más que necesaria, la de la sorpresa, eso tan interesante que uno siente como escucha cuando no sabe ni de cerca que es lo que nos va a traer la próxima vuelta (por Andrés Oddone)

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