Toda mi rabia rebota contra estas paredes (por Magui Dávila)
Lo que queda de el Muro/Berlín, Abril 2012
Con esa furia se refería David Alfaro Siqueiros al ciclo de murales Retrato de la Burguesía que realizó en 1939 en México. En esas paredes un grupo de hombres intentaron imprimir un sentir colectivo que tiene que ver con el poder, la lucha, y el pueblo, pero sobre todo con los derechos populares, algo que en las actuales democracias globales parece estar funcionando a fuerza de corrupción y represión. Siqueiros había participado entre 1937 y 1938 como soldado republicano desde el campo comunista en la Guerra Civil Española, suceso en el cual se estima que unas 200.000 personas murieron, y que marcó el inicio de la excesivamente larga dictadura de Franco en España, sobradas razones para que la rabia se dibuje.
Esto que pareciera ser un chamuyo de otros tiempos enlaza con otras formas de rabia que rebotan hoy sobre los muros del arte contemporáneo español.
Hace un par de semanas en una nave en el barrio madrileño de Vallecas, el artista Cuco Suarez se hacía tres extracciones de sangre que luego lanzaba contra una imagen del dictador (Franco) y que extendía con una escoba a modo de pegada de afiches publicitarios. La performance fue de tal impacto que hasta alguno del público se desmayó y no sé si se cagó. Todo un momento de agite en un barrio lindo, lejano de turistas del arte que visitan galerías de corte cuasi rococó / sofisticadas, como la que acogió la exposición hit anterior que daba vuelta la imagen de los encargados del moco.
Suarez junto un grupo de artistas, entre ellos algunos Ceratis del arte contemporáneo, se unieron por una causa entre paranormal y decadente: una asociación que defiende, mitifica y mantiene vivo al muerto Franco y a su ¿obra? Esta asociación demandó pidiendo ante un juez 18.000 euros a Eugenio Merino, un artista que con un poco de gracia y amabilidad fue a meter un toque de onda con una escultura hiperfranco, en la feria de arte que con justa causa se ha ganado el apodo de A$co. La rabia de Suarez y la sangre que salpicó responden y alzan la voz contra las neo formas de censura y tradición políticas.
Todo el tiempo se está evaluando el nivel de compromiso político de los artistas, y junto a eso que no transen, que sean un poco salvajes y que circulen por el mundo cultureta con destreza. Pero ¿qué niveles de compromiso reclamamos si nos mantenemos indiferentes con la historia y su oscuro revival?
En medio de la vida gratis, el quilombo y el caretaje dictadura también es que te revisen los mails mientras le cantas a coca cola (por Magui Dávila aka Señoritacorazön Corazón).
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