Cesped-El Destierro (por Amadeo Laguens – Fuego Amigo Discos – free DL!)
La banda se detiene a relatar las sutilezas de un mundo donde el formato canción busca afirmarse a partir de la disolución de sus fronteras.
De las muchas cosas interesantes que presenta la escena del indie argentino actual, una es su capacidad de dispersión por todo el mapa. Y en esa dispersión, paradójicamente, hay una serie de conexiones que se establecen y que hacen aún más particular su actualidad. Esas conexiones son las que construyen los músicos y sus bandas, que si bien podemos pensar que siguen necesitando del paso por la Capital Federal (por cuestiones obvias, aunque no por eso incuestionables), construyen una constelación de sonidos por todo el territorio, compuesta en gran medida por músicos salidos de diversas ciudades. En este caso, los integrantes de Cesped se radicaron en Capital Federal hace un tiempo, pero provienen de diferentes lugares del territorio Argentino, como Bahía Blanca o Misiones.
En su último disco, llamado “El Destierro”, su conexión tiene un dato particular: está producido por Mariano Di Cesare, una de las mentes más inquietas de esta escena. Mendocino -también radicado en Buenos Aires-, es parte de Mi Amigo Invencible, y el proyecto solista El Príncipe Idiota.
Indagando y escuchando con atención este disco, uno comienza a considerar al desplazamiento en el territorio, o bien el destierro, el desarraigo, como una parte constituyente de nuestras vidas errantes. Y como toda cotidianeidad singular posee algo de universal, el destierro es un elemento digno de ser relatado en una canción. Los músicos que se distribuyen por el país y que comparten el paso por la Capital Federal poseen más que la música como común denominador: comparten la incertidumbre y la aventura de no estar en su lugar de origen, al mismo tiempo que construyen las rutas musicales capaces de hacer difusas esas fronteras impuestas por la Babilonia. No por nada la tapa del disco son unos pies descalzos, listos para caminar sobre esos límites confusos.
A diferencia de su primer EP, titulado “La Batalla de Yatay”, la banda compuesta por Santiago Naya, Juan Pablo Mareco, Martín Spinelli y Juan Manuel Gardes presenta un sonido cuidado en sus formas y centrado en sus letras en el “El Destierro”. Son canciones que, desde sus letras y sus sonidos, nos protegen de hechos por demás mundanos. La centralidad que adquieren las letras en este último disco tiene que ver con eso: es una obra compuesta por historias del mundo cotidiano que, al igual que la mitología, contienen una universalidad necesaria que posibilita incorporarlas de infinitos modos posibles, no importa su lugar de origen ni residencia. Tanto las historias universales como la música son un refugio para esos hechos que -al menos- podemos relatar. Un ejemplo de esto nos los muestra el segundo tema del disco, “Siluetas Difusas”: “me abrigo en las palabras que escribo aunque no haga frío…” o bien en “Mi enemigo”: “La soledad me regaló un puñal y una flor… Mi enemigo acá soy yo, no vos”.
Los sonidos de “El Destierro” parecen buscar la suavidad necesaria para que no perdamos de vista lo que sus letras nos están queriendo decir, sin perder la importancia que tienen los arreglos en cada una de las canciones. Basta escuchar uno de los temas centrales del disco, “Carta a uno mismo”, para sentir la incorporación de teclados y pequeñas líneas melódicas de una guitarra que coinciden con otras anteriores. Ese cuidado es un rasgo que caracteriza las producciones de Di Cesare.
En Argentina, el mal llamado “interior del país” continúa disparando músicos y músicas de los más diversos sabores y colores, sonidos y letras que construyen historias y que no necesitan formar parte del mainstream, para ser escuchadas como obras singulares y al mismo tiempo universales (por Amadeo Laguens)