Creatividad Circular-La resistencia del dominio público (por Andrés Oddone – artículo publicado anteriormente en la página de Ibero90.9 FM)
“El conocimiento no es un objeto, ni un contenido, ni puede ser apropiado como si fuera un bien material”.
Esto, más que una opinión, es la base orgánica que ha dado lugar a la cultura tal cual la conocemos hoy. Y de paso, también sirvió como aceite para que corran ágiles las ideas sobre las cuales se fundó gran parte de la revolución tecnológica.
Los defensores del conocimiento libre, más específicamente los enfocados en la cultura, más que una postura política postulan con su decir un hecho que si uno mira bien resulta irrefutable: muy pocas de las creaciones artísticas que hoy disfrutamos podrían existir si el infinito de creadores que han trabajado a lo largo del tiempo no hubiese tomado ideas, samples o inspiración en obras de artistas de épocas anteriores.
Especialmente en la música, y más en los tiempos que corren, esto es un hecho. Sin la posibilidad de reciclar / desmembrar canciones y sonidos, no hubiesen podido existir géneros fundamentales como el hip hop o la música house. La creatividad explosiva que surgió después de que el Sampler se convirtió en un instrumento posible de adquirir por cualquiera – por nombrar lo que tiene que ver con nuestra contemporaneidad, pero que sin dudas ocurrió de igual manera en otros estilos y tiempos – debe completamente su vitalidad a la revalorización y reutilización de piezas del pasado.
En cuanto al hip hop y su magia, “Eclectic Method – A Brief History of Sampling” expone, en solo tres minutos doce segundos, como el género se basa en la reutilización de materiales, en una edición vertiginosa que muestra loops del pasado que se actualizan cada tanto en manos de diferentes artistas.
Eclectic Method – A Brief History of Sampling from Eclectic Method on Vimeo.
El abogado español David Bravo Bueno dice en su libro “Copia Este Libro” (que lógicamente pueden descargar gratis, y que fue publicado con licencia de Creative Commons): “La mayoría de los creadores no serían lo que son si no hubiera existido antes lo que ahora llaman piratería. Si vas a casa de cualquier músico verás que guarda como reliquia del pasado una pila de cassettes que, en sus tiempos, se multiplicaban de amigo en amigo. Es esa música, esa cultura que se regalaba, la causa de que ellos hoy sepan qué hacer en el estudio de grabación. La única manera de tenerle ganas a la música es escuchándola, y no hay mayor inspiración para hacerlo que ver cómo lo hicieron otros. La principal instrucción de muchos músicos de hoy viene, precisamente, de que se saltaron la barrera que construyó el mercado y accedieron a una cultura que les estaba negada.
No solo la difusión de la cultura multiplica a los que la saben crear sino también a los que la saben disfrutar. Mientras la televisión te condena a pena de aburrimiento perpetuo, las redes P2P han supuesto para millones de personas la burla de un sistema diseñado para desactivar cerebros y homogeneizar personas.
Pero el derecho al acceso a la cultura no es el derecho al ocio, ni el derecho a disfrutar del tiempo libre. Es mucho más. El crecimiento de cada persona es muy distinto dependiendo de la cultura que come y digiere. Tus aficiones, inquietudes, deseos e ideologías están directamente relacionadas con los libros que lees, las películas que ves y las canciones que escuchas. Lo que está en juego es el derecho al desarrollo de la personalidad. Lo que está en juego es el derecho a ser”.
La serie de micro documentales “Everything is a Remix“, realizados por el cineasta Kirby Ferguson, deja claro que la creatividad es una gran energía circular que va, vuelve, se modifica, y en definitiva no pertenece a nadie (¡ni a los que la roban!).
“Everything is a Remix” analiza desde distintas ópticas la creatividad y sus caminos. Habla de cómo la misma involucra siempre algún grado de copia, transformación o combinación de ideas anteriormente desarrolladas.
Les comparto la “Parte 1”, que contienen datos deliciosos sobre como artistas archi conocidos, como por ejemplo Led Zeppelin, han utilizado o se han inspirado en material de otros músicos. También muestra como ocurrió lo mismo con su obra en manos de artistas posteriores.
Al final, todo es un gran círculo de “inspiraciones” (y algunas que no lo son tanto) que continua siempre su camino, entre saltos del tiempo.
Everything is a Remix Part 1 from Kirby Ferguson on Vimeo.
David Bravo Bueno escribió “Copia Este Libro” en el año 2005, en completa concordancia con las problemáticas de esa época en la que editoriales de libros, sellos de música y productoras de cine querían llevarnos presos a todos por descargar gratis sus contenidos (muchos de los cuales son imposibles de obtener porque no están disponibles en servicios legales en nuestros países… pero ese es otro tema). Hoy la situación ha cambiado 100%. Las empresas no necesitan atar nuestras manos, porque se han adaptado, logrando dar vuelta el panorama. Aprendieron que nada ganaban siendo viejos regañones que trataban a sus consumidores cual niños traviesos que merecían ser castigados.
Así, es que los simples mortales pasamos de piratas incontrolables, con amplias colecciones de álbumes y películas en nuestros discos rígidos, a consumidores adictos a servicios streaming como Spotify o Netflix, hábiles paraísos virtuales que logran crear en el público la ilusión de una bastedad cultural completamente irreal; no solo llevando de la mano nuestro gusto y elección por medio de sus algoritmos, como si fuéramos ovejas camino al corral, sino que también dejando fuera del “negocio” a cualquier cosa que no sean artistas grandes ventas. Con pose sexy, la industria ha conseguido que el público se alinee a sus conveniencias sin dar pelea, dejando de lado todo lo que pueda resultar periférico, lo que vende poco; ese espacio del universo musical (y artístico) que justamente precisa de apoyo porque es en el que naturalmente se da la innovación: el semillero de lo que vendrá.
“La piratería es hija de un sistema que ha condenado al hambre cultural a la mayor parte de la población. Esta censura del siglo XXI en la que se ha convertido el precio, es la mayor promotora de la subversión que supone la copia. Cuando los excluidos han conseguido acceder a avances tecnológicos que les daba entrada en un círculo reservado a una élite, el poder económico ha reaccionado con la táctica del miedo, el engaño y el coscorrón”, nos dice nuevamente David Bravo desde su “Copia Este Libro”.
El de los derechos de autor es un tema escabroso, complicado, porque esa ecuación que hoy excluye, trae hambre cultural a la mayoría de las personas y traba de mil maneras el desarrollo de los movimientos periféricos, nació como una bendición. Por más que lógicamente los derechos de autor buscaban en un comienzo una mejora contundente en la situación de los autores, brindando mayores posibilidades de explotación de sus obras, se plantearon principalmente como un medio para alcanzar un fin social.
El conjunto de normas jurídicas y principios que dan forma a los derechos de autor nacieron en 1710 con el Estatuto de la Reina Ana, concebido “para animar a los hombres iluminados a componer y a escribir libros útiles”. Establecía que las obras recibirían un plazo de copyright de 14 años, renovable 1 vez, si el autor se mantenía con vida.
Muy distinto a la imagen que los medios han logrado imprimir en nuestras mentes, los derechos de autor fueron creados principalmente para que los artistas produjeran más y en mejores condiciones, pero para que finalmente sus obras quedaran en dominio público, o sea, libres de toda exclusividad en su acceso y utilización.
Dice David Bravo: “En concreto, y para subrayar ese carácter de medio destinado a un fin, la propiedad intelectual ha sido siempre especialmente limitada por las leyes. Esos límites se justifican porque el objeto de la propiedad intelectual, al contrario de lo que se pretende hacer creer, no es ni proteger beneficios económicos ni mantener industrias”.
“Shakespeare no sería Shakespeare sin el dominio público y sus obras son lo que son gracias a que pudieron inspirarse sin restricciones en lo construido por otros. El autor inglés, que escribía a la velocidad del rayo, hoy no podría hacerlo sin contar con abogados y una úlcera resistente. La solicitud de permisos para adaptar las obras ajenas es una tarea que solo pueden emprender los que tienen mucho tiempo y muchísimo dinero. Lo malo no es que Shakespeare, de haber nacido hoy, no habría podido escribir lo que escribió, sino que nunca sabremos cuántos shakespeares han dejado mudos las mismas leyes que nacieron para multiplicar su voz.
La razón que se alega para que el dominio público no sea inmediato es que se necesita otorgar unos años de monopolio al titular de los derechos para que explote la obra y así incentivar la creación y, en definitiva, proteger la cultura. Sin embargo, esos límites temporales se amplían tanto que dan la vuelta a la teoría legal, que ahora protege monopolios a costa de la creación. Es decir, ahora se protege al medio a costa del fin.
Los legisladores borran con el codo lo que firman con la mano. El congreso de EEUU ha extendido la protección temporal del copyright 11 veces en los últimos años. El límite actual es tan amplio que a la mayoría de las obras se las come el tiempo y el polvo sin que pasen al dominio de todos. De los 10.027 libros que se editaron en 1930, solo 174 no están descatalogados y a pesar de que el resto permanecen olvidados, nadie puede reinyectarles vida y difundirlos porque incumpliría las normas que protegen la cultura”.
Como contracara, hoy existen Creative Commons (organización sin fines de lucro fundada por Lawrence Lessig) y Copyleft, conjunto de modelos gratuitos de contratos de licenciamiento o licencias de derechos de autor, maneras innovadoras que permiten que los artistas decidan concretamente como quieren que estén protegidas sus obras. No eliminan los derechos de autor, sino que se apoyan sobre ellos brindando la posibilidad de que los autores decidan los términos y condiciones de los derechos de una pieza determinada, dando permiso al público para que comparta y use esa obra bajo los parámetros de su elección.
En cuanto al universo musical, el Copyleft abrió muchísimas posibilidades. Hoy podemos encontrar en la red un sinfín de Netlabels que publican materiales alineados a este tipo de derechos, y ha sido fundamental en las bases de espacios de distribución que crecen y crecen, como Bandcamp o Internet Archive.
En próximas entregas nos vamos a dedicar de lleno a comentar el trabajo de artistas maravillosos que producen en nebulosas legales, o en la concreta ilegalidad, obras fundamentales que resultarían imposibles sin romper esos límites (por Andrés Oddone)
Material para leer sobre el tema:
. Lawrence Lessig – Cultura libre
. ¿Qué ganan autores y editores con el Copyleft?