De cómo la música de toda la historia podría estar al alcance de un click, pero elegimos pasar de piratas a ovejas en el corral (x Andrés Oddone)
Muchísima música ha quedado fuera del radar de la gente, con los servicios de streaming generando una idea engañosa y más que errada: que en sus plataformas “está todo”.
Las empresas lograron darle la vuelta 100% al asunto de la supuesta “piratería”. El resultado de ello es que hoy hay infinidad de obras fundamentales que es imposible escuchar por que no están disponibles en los servicios streaming, ni tampoco están en torrents (yo creo que esto ha mermado por que cada vez es menos la gente que baja música), ni en blogs, ni hay ningún lugar desde el cual podamos bajarlas, escucharlas, y mucho menos reutilizarlas, para que siga la cadena de la creación. Y no hablo solo de experimentación extrema que gusta a 4 locos. Por ejemplo, en Spotify México, de una banda gigantesca como My Bloody Valentine, hay 3 tracks… solo eso. Hay infinidad de proyectos que fueron parte aguas del tiempo y la cultura a los cuales hoy es imposible acceder.
En este contexto, pienso en como mi formación como músico y técnico está relacionada a la cantidad tremenda de música que pude consumir, que de ninguna manera yo habría podido pagar. Pienso a cuanta gente le traspasé ese caudal de una u otra forma. Hoy, gran parte de ese conocimiento ni siquiera está disponible para comprarlo. Hemos quedado librados a lo que funciona en una lista de streaming, y si no, deja de existir. Y por más que a veces la suerte hace que una pieza de artistas emergentes o periféricos termine en una lista muy escuchada, amigos músicos no se dejen engañar: las listas son manejadas por los grandes sellos, las grandes estructuras. Es una de las formas en las que la industria ha vuelto a tener el control. Las listas son el equivalente actual a lo que en su tiempo fueron las rotaciones en radio.
Pero más allá de esto, de cómo funciona la industria musical, de cómo exprimen a los que crean la música, lo verdaderamente problemático de esto es como gran parte del bagaje musical queda fuera del acceso del público, como desaparecen de la imagen lo que no consideran vendible. Lo que pasa con la música, es como si de repente los gobiernos decidieran que ya no hace falta que existan bibliotecas con acceso libre y gratuito, total “Taschen y Amazon tienen muchos libros”. De la música no hay bibliotecas (fonotecas / sonotecas) ni trabajos concretos de relevamiento, o hay muy pocos y solo en algunos países, dedicados principalmente a resguardar la historia sonora que tiene que ver con lo “institucionalizado”, en un modo que muy poco tiene que ver con lo punk y libre (de la cultura DIY) de la creación musical desde fines de los 70´as a esta parte.
Ese filtro, de que objeto cultural debe prevalecer, lo hacen las empresas, lo hace Sony. Y si a Sony no le sirve distribuir algo porque no lo ve redituable, los masters quedan herrumbrándose en algún galpón. Pero cuidado, no se te vaya a ocurrir samplear y reutilizar un fragmento de eso que ellos tienen en el olvido, porque te lanzan todos sus perros de caza.
Músico amigo, aceptémoslo, el mundo se vino abajo. Por más que reneguemos, nada va a volver a ser como era. Si algo está claro, es que nada se va a solucionar mendigando con un post de “no sé si se han dado cuenta de cómo está sufriendo la industria del espectáculo”. Esto viene rompiéndose hace rato, con todos nosotros alimentado el monstruo, en todos los sentidos. En estos años, cuando he preguntado por qué la única alternativa que ven es subir el material a Spotify, me he cansado de escuchar “y, pero si la gente está allí, que vamos a hacer” ¿Qué podemos hacer? Reinventarnos, dar espacio a lo distinto ¡BUSCAR ALTERNATIVAS! Y está todo bien que todos subamos en los servicios de streming lo nuestro y que escuchemos allí. No es guerra contra eso. Pero es tiempo de repensarnos. Creo que debemos alimentar situaciones, estructuras y rumbos más afines, trabajar en comunidad, relevar quienes son nuestros iguales, colaborar con lo que cada uno tenga a mano. Pero si ni siquiera reposteas cuando sale el disco de un artista que hace algo parecido a lo que haces, que ves que camina por un lugar parecido, si ni siquiera le tiras un poquito de agua a tu propio ecosistema para que siga vivo, luego a no quejarse. Amigos, la cosa es que el límite ha llegado, todo va a cambiar, y la que queda es seguir corriendo detrás del conejo invisible como galgo tonto, o quizás podemos poner energía y fe para crear un mundo mejor. Yo soy músico, me dedico a la música, hablo con artistas todo el tiempo, por eso creo que ese es el espacio en el que me toca dar lucha. Y cada espacio es un espacio, tan importante como cualquier otro.
Y viendolo desde el lado de la música, si algo siento en el estómago es que si, este es un momento de mierda, pero también es una oportunidad (x Andrés Oddone)