Una Cebolla-Post Cuarteto (x Andrés Oddone – Exclusivos Cassette!)
Desde Parque Liceo al mundo, Una Cebolla nos entrega un álbum mutante en que el Cuarteto cordobés toma una curva extraña hasta la electrónica, para mover fuerte las pistas actuales.
El disco que hoy les vamos a presentar por medio de Exclusivos Cassette me toca de cerca, no solo porque es obra de Una Cebolla, artista de Córdoba, Argentina, la ciudad en la que nací; sino que además juguetea con el Cuarteto, estilo típico de esa provincia, que es alma, lenguaje y espacio de reunión de los marginales, de los de abajo, de los que no tienen voz.
El Cuarteto ha tenido distintas etapas, la del nacimiento, allá por los 40´s, marcada por la herencia que cedieron con sus estilos e instrumentos los inmigrantes italianos y españoles que llegaron a Argentina con la esperanza bajo el brazo; hablo de colores extraídos especialmente de la tarantela y el pasodoble. Pero también, lógicamente, en su matriz se colaron condimentos netamente sudamericanos, que también habían heredado retazos de lo africano, como el paseo, la gaita zuliana y el jalaíto. De hecho, un amigo historiador “informal” de la Córdoba profunda sostiene que mucho del color rítmico del Cuarteto, así como de la piel de los de más abajo en esa sociedad, tiene que ver con 200 esclavos negros que se escaparon cruzando el “Calicanto” (murallones de cantos rodados soldados con cal que encausaban el río que atraviesa la ciudad, antes de la construcción de “La Cañada”) hacia la zona de arrabales, conocida como “El Abrojal”, para mezclarse en alma y sangre con los criollos, hasta dar forma al particular personaje cordobés actual.
Luego, en los 80´s hubo un momento en el que el estilo se dio de frente con el rock, y de allí tomó prestado el color hard de las guitarras distorsionadas y el pulso potente de la dupla batería / bajo.
Y después, en los 90´as, un gran amigo que hoy ya está en el otro plano, Miguel Antonio Miranda, más conocido como Bam Bam Miranda, llegó desde Perú para sumar en la banda de Carlitos “La Mona” Jiménez (el artista más reconocido del género, uno que estuvo desde el comienzo y que aún continúa lanzando música y tocando varias veces por semana) detalles rítmicos latinoamericanos de pulso acelerado, como los del merengue.
Pero más allá de los detalles estilísticos, lo que vuelve algo más que interesante y especial al Cuarteto es lo que genera en lo social.
Algo habitual en un baile de La Mona es que te puedes cruzar con tres generaciones distintas, desde la nieta a la abuelita, fans del astro cordobés a los cuales les tocó vivir su música en plena juventud, para terminar atravesando la vida en su compañía.
Desde hace décadas es el estilo con el cual bailan las clases populares de Córdoba, muy de lo marginal al comienzo (cuando el Cuarteto nació, era un estilo rural), pero de a poco, en manos de distintas agrupaciones, se fue abriendo paso en diversas clases sociales.
Igualmente, para las clases media y alta de Córdoba siempre ha sido un “gusto culposo”. Y ni hablar de la controversia que genera en el ámbito de la cultura, tanto en la institucionalizada como en la independiente, al punto de que es un tópico ineludible, por la cantidad de gente que moviliza, y especialmente por que con tanto tránsito de años, vida y carga identitaria no se puede negar su contundencia; pero igualmente tanto los músicos como los artistas (y especialmente los que “validan” el arte) le hacen el feo, por lo cual podemos contar con los dedos de una mano los proyectos procedentes de otros márgenes musicales de Córdoba que se han atrevido a utilizar el ADN cuartetero. Al final, el dicho es la más pura realidad: nadie es profeta en su tierra… al menos, no en todos los sentidos, por que como dije, en Córdoba el cuarteto es rey y señor.
Pero como para patear el tablero, aparece el amigo Una Cebolla con “Post Cuarteto”, un disco que utiliza lo más lindo del tunga tunga y lo vuelve corazón de siete tracks que desmenuzan y renuevan el estilo, entre sonoridades electro futuristas, lisérgicas y technosas.
La escucha del disco hace imaginar una irreal escena en la cual los Kraftwerk se lanzaron a una desenfrenada sesión de grabación conjunta con La Mona; lógicamente, plagada de exceso de Fernet con Coca (de los dos tipos de Coca :D).
“Todo comenzó con unas experimentaciones. Más allá de que hacía mucho que venía intentando hacer algunos temas con elementos cuarteteros, hace algunos años me puse a sacar varios temas del estilo en bajo. Hice un playlist de Youtube y repasaba esa lista tocando arriba, tratando de entender el toque (sobre todo el del bajista de La Mona, que me vuelve loco). Nunca me salía bien, siempre me equivocaba o le faltaba onda. Ahí se frustró mi carrera como bajista de Cuarteto. Pero fui aprendiendo de armonías, orquestación, arreglos. A su vez, algunos de esos elementos me disparaban ideas, o escuchaba un sinte o una base lista para samplear y loopear. Esas ideas se iban sumando, y cuando me di cuenta tenía ya 3 o 4 temas parecidos, y pensé en sacar un disco.
En general, son mezclas de sampleos con cosas tocadas en computadora, y otras tocadas a sangre.
Ya armados los temas pasé largos meses tratando de darle a la mezcla, mientras que mi amigo Pol, diseñador gráfico, me iba tirando conceptos para darle alguna coherencia”, nos cuenta Una Cebolla sobre el proceso que llevó a la realización de “Post Cuarteto”.
Como se puede entre leer en sus palabras, fundamental en la cosmovisión del disco es que Una Cebolla es un personaje que aborda lo cuartetero desde afuera y desde dentro, con mirada dual; porque es alguien al cual el Cuarteto lo tocó desde chico, en su barrio, en su cotidiano, entre amigos… en ese momento en el que la música y la identidad quedan marcadas a fuego, para siempre. Pero por otro lado, con la electrónica como herramienta, y otros estilos musicales como bagaje, termina reversioneando lo cuartetero desde una mirada nueva y vanguardista, que igualmente respeta los orígenes, con un marco de amor por el estilo: “Aunque de afuera no se vea, es constante en el ambiente cuartetero la intención de una evolución. Quizás mucho se dé por una necesidad económica, la de estar presentes siempre en las primeras filas. Algunas veces se dio mediante la suma de instrumentos, el reemplazo de los violines por los sintetizadores, mayores percusiones, secciones de vientos, etc. Una muy de fondo es la asociación con la electrónica. De las referencias a eso que conozco, la pionera es el disco “Tecnomona“, del año 1991, que incluye remixes de canciones de La Mona; y luego varios proyectos que a mi entender hacen una yuxtaposición de un tema cuartetero con una base house, bombo en negra y el hit hat abierto; y otras veces los elementos cuarteteros son tomados desde el lado “merenguero”, con esas percusiones a caballo clásicas del género. A esas mezclas las siento un poco truncas, no me resultan tan interesantes. En cambio, sí encontré por ahí en la densidad de la cumbia sonidera y los delays del dub, en los sintes arpegiados, en algunos ritmos africanos, en el beat box del funk carioca, elementos que pueden dialogar más orgánicamente con el cuarteto tradicional, ese donde el piano y acordeón son las piezas fundamentales”. Así, Una Cebolla le da un respiro al tunga tunga llevándolo de la mano a otras latitudes, a otras texturas y giros rítmicos, pero con toda esa potencia primaria que aún sigue viva, vigente, y que tiene mucho más para dar. gráfico es obra de Leandro Pol (x Andrés Oddone)
Una Cebolla – Post Cuarteto (Mega link FLAC)
Una Cebolla – Post Cuarteto (Filefactory link FLAC)
Una Cebolla – Post Cuarteto (Mega link MP3320kb)
Una Cebolla – Post Cuarteto (Filefactory link MP3320kb)