Niña Dioz-Libre (por Candelaria Díaz Gavier – name your price)
El mundo se puede ver desde cualquier par de ojos, pero no es igual de fácil percibirlo desde unos que desde otros. Y no tendríamos nada para decirnos sobre las cosas si no fuera por la diferencia, o más crudamente, porque algunos puñados de realidades son más vulnerables que otras. Por eso, el hip hop, que muy básicamente se trata de decir cosas con ritmo, ocupa el trono en el universo de los géneros de denuncia, la voz más cool-power de la subultura. O por lo menos en sus fantasías más románticas, cuya supervivencia, creo, vale siempre la pena. Pero no solamente. También hace falta una potencia amplificadora, retumbante, revitalizadora.Imagino así el disco de hip hop que me gustaría escuchar: que deje alguna rima pregnante, de esas que puedan ocupar las celdas de cualquier cerebro alienado y dejarlo pensando un buen rato; que haga bailar, marchar, hacer, trabajar. Porque cuando se trata de la realidad, las frases más inteligentes son las que mueven, que diga cosas que suenen incorrectas justamente por reales.
Ya desde el vamos, el nombre Niña Dioz resuena, gusta e incomoda. Niña grande, mujer potente en el mundo de hombres del hip hop (pero que podría ser la chica next door que pasa todos los días por la misma vereda), mujer mexicana que se arroga el Dioz en una cultura que valora muy específicamente a la virgen. Es que en las letras del disco “Libre”, su nueva publicación, Niña Dioz no sólo representa, es la carne de cañón misma. Cuenta sin dar vueltas cómo una sola niña (y una niña sola) se para fuerte y firme en sus zapatos, en sus zapatillas. Para decir cosas, dice la Niña Dioz, hay que estar presente, “de abajo a arriba/ de un lado al otro”, en la máquina deshumanizada que te toque (la industria musical, por caso), “así que hablen, hablen, hablen”… Y es así cómo esta artista hace sus discos: haciéndolos, valga la redundancia. Como buena carne de cañón, cantando sobre cómo llegó a cantar, y sobre cómo se sostiene.
Y todavía más, hay otra cosa que hace de “Libre” un disco potente. Se trata también de la juventud, o mejor, de una forma de ser joven, que no es lo mismo, porque ser joven, disponerse enteramente a esa potencia, no es un concepto abstracto sino una forma de vida. Y me parece (por mera estadística de experiencia personal) que ese ser joven haciendo indeteniblemente lo que sea es una manera contemporánea fuertemente política de producir cosas, otra manera de definir la producción independiente que merece una celebración especial. También en ese sentido, el disco “Libre” le rinde homenaje a un género, porque decir cosas reales es siempre una resistencia (por Candelaria Díaz Gavier)