Ghostek-Ilien (por Andrés Oddone – name your price)

Desde Rusia llega este EP cargado de misterio, que bosqueja una síntesis delicada, tan acertada, que solo puede nacer desde el corazón más digital.

En la imaginación (porque nuca estuve allí), Rusia es un país que se figura como un gran desierto sin arena, en el que el frío y el viento son tan intensos que se te meten hasta dentro de los huesos. Quizás esa idea figurada esté completamente errada. Pero me doy cuenta que basado en ello siempre me resultó más que natural que la música bass procedente de ese país (o la que es producida en países que hasta hace relativamente poco tiempo eran parte de la URSS) sea tan gélida, afilada y acertada. En un paralelo (seguramente ficticio) entre el frío y la vista en foco lejos con lo amplio pero detallado del espectro sonoro de la música electrónica más maquinal, el bass ruso más que un gran logro siempre se me hizo una consecuencia inevitable, el resultado concreto de la vida en un ambiente ponzoñoso que te obliga a enfocar la vista hasta en el más mínimo detalle, con la urgencia que da el más fundamental sentido de supervivencia.
Por allí va la música que podrán escuchar en “Ilien”, nueva creación de Ghostek, artista ruso que en esta oportunidad incursiona en esos mundos que llaman post dubstep / future bass / future step, pero modos que le resultan bastante propios.
Este EP corto (contiene solo dos tracks) comienza con “Detekt”, pieza de tinte tribal, con el tempo marcial y pesado del dubstep comandando, con percusiones saltarinas que suenan a doble tiempo que poseen sutiles colores maderosos, en una verdadera alegoría de lo ceremonial / ritual / primitivo, pero que funciona sin dudas dentro de un mundo Sci Fi, con proyección que se lanza hacia el futuro. La amalgama de elementos, por más que resultan diversos, llegan a una síntesis perfecta que encuentra emotividad y foto extraterrestre gracias a la entrada de un sintetizador ácido pero sencillo. Esa solitaria melodía genera un efecto profundo en medio de lo centrado y maquinal de lo rítmico.
Ya solo con esta pieza podemos notar como el frio nos envuelve, pero que ese frio también tiene que ver con la soledad, llevando la mente a una película que ocurre en el centro de un extenso iceberg que viaja sin rumbo por la inmensidad del mar.
“ilien”, el segundo track, afirma aún más esa imagen, y me recuerda a esos desnudos tracks de Pansonic en sus primeros discos, en los que las secuencias minimalistas dibujan un mapa concreto en cada paso, en cada bucle, dando fuerza a un sentimiento determinado pero indefinible, que definitivamente tiene que ver con la bastedad, con la inmensidad que experimentamos en el silencio que solo podemos encontrar en nuestro interior (por Andrés Oddone)

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