Amerigo Gazaway-Nina Simone and Lauryn Hill / The Miseducation of Eunice Waymon (por Cocó Muro – free DL!)

Siguiendo en su línea de “colaboraciones que nunca fueron”, Amerigo Gazaway propicia el campo para que se encuentren dos grandes: Nina Simone y Lauryn Hill.

THE LADIES IN DA HOUSE

. 2016. En la mesa redonda de la conferencia anual MoPOP en Seattle, el escritor y profesor Zandria Robinson preguntó a Amerigo Gazaway: “¿En qué parte de tu proyecto celebras a artistas mujeres?”.
Dos años después, Amerigo tiene la respuesta en formato mixtape. Nina Simone + Lauryn Hill, con el disco “The Miseducation of Eunice Waymon”.
En esta dinámica femenina que plantea Gazaway entre Simone y Hill en un espacio temporal imposible, dialogan como en un cuento de Lucía Berlin, contemporánea y en la línea de Raymond Carver y John Cheever, pero ignota hasta hace unos años ¿Por ser mujer? ¿Por ser la mejor de los tres?
Y, entre nosotras, sí: Roberta Flack es más edulcorada que Lauryn Hill, pero mi generación conoció la canción “Killing Me Softly” en la versión hip-hop de The Fugees (anterior grupo de Hill) en 1996, así como conocimos “I say a little prayer” por la película “La Boda de mi Mejor Amigo” (1997) con Julia Roberts antes que escuchando a Aretha Franklin.
. 2019. Álbumes como “Clandestino” de Manu Chao o “Baccarat por el Mundo” de Sergio Pangaro & Baccarat están cumpliendo la mayoría de edad ¿Qué tienen en común Amerigo Gazaway, el trovador antiglobalización francoespañol y el bonvivant porteño del subdesarrollo?
Los anuncios del tren, del noticiero en televisión y los mensajes del contestador de Manu Chao funcionan como la orquesta de Pete Terrace o Tito Rodríguez en el disco de Baccarat. Son samples y en varios idiomas, sin límites de entendimiento.
Esa colaboración conceptual o “soul mates”, como la llama Gazaway, es la mística antropofágica de Oswald de Andrade hecha canción: los comemos o nos comen; y si nos los comemos, lo transformemos en un plato diferente de los ingredientes de los que nos servimos.
Suena morboso y delicioso al mismo tiempo.
“Pregunté a un hombre lo que era el Derecho. Él me respondió que era la garantía del ejercicio de la posibilidad. Ese hombre se llamaba Galli Mathias (galimatías). Lo devoré”, escribe Andrade en su Manifiesto Antropofágo (1928)
La diferencia entre Chao, Pangaro y Gazaway es que los dos primeros no tuvieron problemas con los derechos de autor (es más, si escuchando “Boogaloo Loo” de Pete Terrace uno acerca la app Shazam al parlante, arroja como resultado que es la canción “Lluvia Dorada” de Baccarat), mientras que el estadounidense sí.
Chao considera que a los derechos de autor los controlan las mafias (“la primera batalla sería romper esa exclusividad”, dijo en 2009). Y en el caso de Pangaro, cuando editó aquel disco en 1999, fue la propia discográfica la que hizo caso omiso a las referencias. Para él este gesto de tomar música hecha en otro tiempo y con otras urgencias para ponerla en un contexto actual era un gesto contracultural en sí mismo.
Gazaway, que tendría 12 o 13 años cuando estos dos artistas hacían sus experimentos musicales, se divierte con estos problemas e incluso los poetiza: llama “Soul Mates” a estas “colaboraciones que nunca existieron”, es decir, el cruce entre músicos, generaciones, cantantes y ritmos.
“Amerigo es de esos locos obsesionados por los discos y el sampling. Arma bases propias con samples de determinadas canciones de un artista y las conjuga con capellas de otro”, ilustra Andrés Oddone para presentar el material de Gazaway “Él dice que son Soul mates, y que finalmente hace que se encuentren. En su momento fue muy famoso por un disco llamado “Fela Soul” en el que conjugó tracks de Fela Kuti con capellas de De La Soul, u otro en el que mezcló base de A Tribal Quest con capellas de The Pharcyde. Algunos de sus discos se hicieron tan famosos en el under que los grandes sellos llegaron a bloquear varios por infracciones a los derechos de autor”.
En “The Miseducation of Eunice Waymon”, Nina Simone y Lauryn Hill -dos mujeres negras que defendieron los derechos civiles de los afroamericanos y la identidad femenina a través de la música- conversan, se contestan, comparten referentes desde el más allá y más acá.
Eunice Kathleen Waymon es el nombre completo de Nina Simone, que en los ‘60 cuando se proclamó aquello de que “Lo personal es político”, tenía la edad de Amerigo Gazaway. En su libro “Memorias de una Joven Formal” (1958), De Beauvoir dice respecto a su madre: “Su frase ‘Tengo derecho’ nos irritaba. Prueba su falta de seguridad. Como si sus deseos no se justificaran por sí mismos” ¿Acaso Eunice habrá tomado el nombre Nina Simone por De Beauvoir?
En torno a “The Miseducation of Eunice Waymon” sobran antecedentes de sonidos fusión jazz-techno o jazz-hiphop (Jazzmatazz, Us3, Íntima y San Martin Vampire en Buenos Aires, o los propios Fugees), porque es en esa confusión del origen y la idea que confluye este género del collage sonoro. Pero en este, el último álbum de Amerigo Gazaway, lo que se escucha es la voz de las mujeres, dialogando de sus propios asuntos, de sus derechos y sus deseos (por Cocó Muro)

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