Tenebrista-Las Mañanas Hasta Hoy (por Matias Gallardo – name your price)

Desde Río Tercero, Argentina, llega este álbum de canciones que relata historias de lo habitual, que se hilan entre sentires y recuerdos.

De repente algo se acaba. Porque las cosas tienen fecha de vencimiento; porque en el mismísimo primer paso que damos hacía algo, o alguien, está el germen de su final; porque nada que permanezca inmutable y para siempre está destinado a la felicidad (sea lo que sea que esto signifique). Creo que la condición necesaria para que algo funcione, para que un estado de cosas tenga vitalidad y no sucumba ante la monotonía, el tedio y la putrefacción, es tener plena conciencia de su fin inminente. Entonces, he aquí la contradicción: así como para poder sobrellevar la vida debemos olvidarnos de la muerte, para enamorarnos no nos queda otra opción que tirarnos ciegos a un precipicio cuyo recorrido desconocemos, pero no su final.
Hasta acá, más allá de objeciones que cada lector pueda tener, esto es conocido. Todos alguna vez, en mayor o menor medida, hemos tenido que mirarnos la cara ante el espejo del final. Pero la verdadera cuestión es otra: ¿cómo es posible que aun conociendo qué nos espera, igual decidamos reincidir y ser artífices de nuestra propia destrucción? [nota: es curiosa la forma en que se suceden los eventos en nuestra vida. De repente abrimos nuestros ojos y nos vemos rodeados de seres extraños que dan vuelta y nos hablan. Me gustaría creer en la idea de que, por lo menos, una de las cosas que nos pasan son producto de nuestras decisiones]
En la respuesta a este interrogante encontramos un primer elemento, y una suerte de máxima, como un aroma o el tono de un color, que recorre de manera transversal “Las Mañanas hasta hoy” y, quizá, el proyecto Tenebrista por completo: la persecución del mundo ideal.
Los Tenebristas parecieran vivir en la grieta que existe entre la búsqueda constante de un universo trascendente y la -más constante aún- decepción que la materialidad nos impone. El cemento, la realidad, la carne; esa limitación que desfigura toda forma perfecta que, a la vez que nos excede y paraliza, nos pone en movimiento. Es como si quisieran tener como vara el mundo imaginario, ese lugar donde cada elemento tiene un fin en la totalidad, donde la belleza encandila, donde el amor endulza y perturba con la misma potencia. Que mejor ejemplo de esto que una portada repleta de recortes de películas. En una primera lectura, la referencia al cine nos habla a las claras de una manera particular de percibir lo que nos rodea, de un creer que la realidad nunca es suficiente, o de tener la certeza de que existe un mundo extra terrenal (e inalcanzable) que solo podemos traer de a trozos y de manera imperfecta.
Pero, a su vez, una segunda lectura de la temática / películas, nos llevan al otro elemento, y tal vez el tema principal, de este primer LP de la banda: los recuerdos.
Imágenes superpuestas, cortadas de manera irregular, con tamaños disimiles giran en torno a la figura central de una mujer cuyo rostro (tal vez en proceso de desintegración) es irreconocible. Monstruos, galanes, escenas de amor, fotografías a medias sin sentido, aparecen desparramadas en la ya mencionada portada con un orden aleatorio, formando una masa indiferenciada cuyo único punto en común es el color celeste. ¿No es acaso así como recordamos? Sería imposible desenredar de forma sucesiva y lineal una serie de eventos de los cuales alguna vez formamos parte.
Una película, al igual que un recuerdo (y tal vez un sueño) es un espacio cerrado, un mundo en sí mismo que tiene comienzo y final, con reglas propias. Un universo que solo simula la realidad, puesto que esta es representada desde una perspectiva particular, que es nada más ni nada menos el lugar que el recordante ocupó. Nada existe fuera de le película o del recuerdo. Es imposible escapar de esa serie de imágenes, sonidos, sentimientos que van y vuelven y permanecen inmutables, y se repiten una y otra y otra y otra vez.
Las canciones de “Las mañanas hasta hoy” parecen ser el resultado del encuentro fugaz con el mundo extra terrenal al que nos puede llevar el amor. Nacen de haber vivido la belleza, de haber experimentado la felicidad y de un no saber lidiar con la nada que quedo después de eso (“si enfermé/fue porque/salir ileso/es un reto”, cantan en “El Reto”). Son la transformación en melodías de ese sentimiento de pánico que nos produce reconocer cómo algo que nos hizo tan bien ahora desaparece, se nos escurre de las manos sin nada que podamos hacer más que dejarlo ir (“el momento/ no vuelve atrás/este instante/no vuelve/atrás”, se lamentan en “Atrás”). Pero también, cada una de estas canciones, parecieran ser la expresión de la confusión que significa esa tortura que experimenta nuestro ser y que no está en ninguna parte del cuerpo (“No hay cuerpo/que aguante/cien años esta ausencia” de “Karma”), que son los recuerdos contrariados. ¿Cómo es posible que una misma imagen (esas mañanas tan descalzas que se pasean por la casa, del tema que abre el disco) sean al mismo tiempo fuente de bienestar y de desintegración? ¿Qué lugar queda para aquellos que no pueden olvidar?
Por otro lado, respecto a lo musical, creo que estamos frente a composiciones que buscan un lugar a la altura de la naturaleza inaprehensible de los recuerdos. Así como todo aquello que nos rodea, es imposible de ser clasificados dentro de una sola categoría suficiente, “Las Mañanas Hasta hoy” transgrede los contornos que normalmente buscamos imprimirle a la música. Ellos entienden que las posibilidades de la canción no se acaban dentro de los límites que los géneros traen consigo. De tal forma, nos encontramos con creaciones que parten de lo existente para la búsqueda de nuevos horizontes sonoros.
Se percibe un delicado trabajo a la hora de construir texturas sonoras que, al escucharlas, terminarán por empapelar el oído. La idea pareciera ser siempre ir un poco más allá, utilizar la música como instrumento de exploración. Así, partiendo de un parentesco con el rock alternativo de los 90´s, encontramos un material (y una banda) que no busca la comodidad que significa el formar parte de una cierta estética y sonido reconocibles, sino que constantemente están intentando correrse de “la escena”.
Probablemente el amor, así como todo ese mundo que excede nuestra pequeña materialidad, no sea más que una ilusión. O si existe, no tengamos capacidad de soportarlo o entenderlo. Puede que la claridad de eso que brilla del otro lado sea tan potente que nos deje ciegos, nos aturda, nos vuelva locos. Por el momento, solo nos quedan unas excesivas ganas y un arsenal de insuficiencias. Por ahora solo tendremos la valentía de atrevernos a fracasar, pero el consuelo incuestionable de canciones que nos quedarán, como las de “Las Mañanas Hasta Hoy” (por Matias Gallardo)

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